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lunes, 22 de julio de 2013

Maestros sin alumnos, alumnos sin profesores…


Por: Mariano Herrera

El déficit de profesores de ciencias en Educación Media no es nuevo. Pero el problema se ha agravado. El gobierno esperó que la situación fuera insostenible para diseñar un plan de emergencia: La Micromisión de formación de docentes para educación media”.  Según las autoridades, el objetivo de la misión es  “… saldar una gran deuda en relación con la formación docente en el área de la Matemática, en principio, y luego en otras como biología, física, química e inglés.”

¿Cómo se va a “saldar esa deuda”? Con maestros de primaria que están sobrando. Sí, aunque parezca mentira, hay maestros sin alumnos en Primaria y alumnos sin profesores en Media, porque sobran maestros de primaria y no hay suficientes de Educación Media. El gobierno pretende aprovechar el exceso de docentes de primaria, en su gran mayoría, egresados de la misión Sucre, para que den clases de matemáticas en bachillerato

Los maestros de Primaria excedentarios, no especializados en las asignaturas de Educación Media, ya desde hace un tiempo, han tenido que ser reclutados para dar clases de matemáticas y otras materias científicas. La citada “micromisión” ahora va a masificar esta transferencia de docentes de Primara a profesores de Media. Y, como primer paso, va a formar a sus formadores. Para formar a los formadores de los docentes de primaria, el gobierno no va a recurrir a las instituciones especializadas y con experticia, es decir a las universidades formadoras de profesores de bachillerato, empezando por la más importante de todas, a saber, la UPEL. Tampoco a la UCV, a ULA, LUZ, UC, UDO, UCAB, entre otras, privadas y oficiales, que pueden y saben del tema. Va a excluir a los expertos y a las instituciones especialistas. Entonces, ¿Quiénes van a ser esos formadores de formadores? Una vez más  serán quienes muestren credenciales de amiguismo con las autoridades y de  fidelidad partidista, y para nada demuestren saberes y experticia.  El gobierno tendrá otra oportunidad para expresar su desprecio por el saber y el conocimiento.

Por otro lado, es posible que existan profesores de matemáticas ejerciendo otro oficio. El Ministerio de Educación ha afichado en muchas de las zonas educativas en los estados, que sólo contratará a personal egresado de las universidades gobierneras o de las misiones educativas. De modo que, muchos profesores de matemáticas egresados de la UPEL y de otras universidades tradicionales, habrán decidido dedicarse a otra cosa. Sería interesante que el Ministerio también los llamara para que se incorporen a su profesión. Pero tampoco lo va a hacer. El gobierno va a fracasar una vez más, al no llamar al diálogo a los que saben.


Pero hay toda vía más. Como esa discriminación política lleva más de 6 años, ha disuadido a muchos bachilleres de estudiar y especializarse en esas áreas de Educación Media. Con la evidente consecuencia que es la escasez de estudiantes en la UPEL, la gran institución formadora de esos docentes. Pocos quieren ser profesores, mal pagados y con una perspectiva inmediata de desempleo, por la discriminación que ha impuesto el actual gobierno. El fracaso de esta nueva “micromisión está cantado. Excluyendo a las universidades e improvisando con misiones, que son más de lo mismo, no se va a ningún lado.

domingo, 21 de julio de 2013

Ni alumnos ni profesores quieren ir a la escuela

Por: Mariano Herrera

La situación educativa venezolana atraviesa una crisis muy grave. La más visible es la universitaria, cuando las universidades de mayor tradición y prestigio se ven obligadas a tomar medidas ante el gobierno que parece despreciar el saber y la experiencia académica e histórica de nuestro país.
Pero la crisis educativa es quizás más grave en otros niveles educativos. Hace varios años que alumnos y profesores no quieren asistir a la escuela o al liceo. Los porcentajes de inasistencia de los alumnos son alarmantes. Tenemos cifras que nos indican en 5 estados de Venezuela, al menos 35% de los alumnos falta una vez a la semana. En algunos casos, hay alumnos que no van a la escuela sino una o dos veces por semana. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué los alumnos dejan de ir a la escuela? ¿Por qué las familias, madres padres o abuelos, no les parece importante que el niño vaya todos los días a clase? ¿Por qué esto no es una preocupación para casi nadie? Conversando estos asuntos con amigos estudiosos del tema, coincidimos en que es algo relativamente nuevo y muy grave. Muy grave, obvio. Nuevo porque, hace pocas décadas, la escuela era un valor para la sociedad, ricos y pobres se esforzaban mucho por enviar a sus hijos a la escuela, haciendo importantes sacrificios, sin esperar nada a cambio: No hacía falta que la escuela diera comida ni becas para que todos se esforzaran por enviar a los niños a estudiar.
Las razones pueden ser muchas. Podría pensarse que la pobreza es de tal magnitud, que es indispensable que los niños, desde muy corta edad, empiecen a trabajar para ayudar a sus familias. Pero los datos oficiales de Trabajo Infantil (TI) en Venezuela indican que esa no es la razón. El TI en Venezuela no afecta a tantos niños y empieza a ser visible después de los 11 ó 12 años de edad, en proporciones inferiores a muchos países de América Latina. Además, el propio gobierno se vanagloria de que ahora hay comida y eso es un logro de la revolución. Pero ni eso hace que mejore la asistencia de los alumnos. ¿Por qué se ha perdido el valor de la escuela entonces?
Parece que la cosa va por el lado de la calidad. Si las escuelas no responden a las expectativas, la respuesta no será explícita, en forma de críticas abiertas por parte de las familias. Parece más bien que la protesta es esa: Indiferencia o peor, decepción. La escuela desilusiona. Y si vemos los índices de absentismo de los docentes, señalado por directores éticamente orientados, parece que a muchos docentes tampoco les gusta ir a la escuela. Con frecuencia hay suplentes en muchas aulas. ¿Por qué no les gusta la escuela a los docentes tampoco? Hay más: no hay suficientes profesores de materias científicas en los liceos. ¿Por qué nadie quiere ser profesor?

El gobierno actual está en su 15° año de gestión del Estado. Todo lo que está sucediendo hoy es consecuencia de sus políticas educativas. No puede culpar a más nadie. Y lo peor es que esas políticas tienen consecuencias invisibles a corto plazo. Pero la pagarán los actuales alumnos de primaria y secundaria y la sociedad en pocos años. Habrá más desigualdad social, menos oportunidades para los más pobres. De eso no hay duda. Y la culpa sí la tienen los responsables de las políticas educativas de los últimos 15 años.

martes, 16 de julio de 2013

Inclusión y calidad de la educación en Venezuela

Por: Nacarid Rodríguez Trujillo
Doctorado en Educación 
Universidad Central del Venezuela

Recientemente la Ministra de Educación Marian Hanson dio unas  declaraciones sobre la calidad de la educación: En Revolución la educación es inclusiva y de calidad al mismo tiempo, añadiendo que en este momento su despacho sistematiza el desarrollo de la calidad educativa para potenciarla… todo ello dentro de un conjunto de frases poco coherentes, llenas de retórica, sin proporcionar una información, dato, evidencia o demostración de lo realizado en estos aspecto esenciales del sistema escolar, ni durante su gestión ni en los  15 años de la llamada “revolución”.

Desde la Declaración de Salamanca en 1994, el concepto de inclusión ha sido motivo de investigaciones, reuniones, discusiones nacionales, regionales e internacionales, produciendo numerosas aclaratorias teóricas y recomendaciones prácticas para aplicarlas en los diferentes contextos y realidades de cada país.

El término inclusión ya no se utiliza para referirse a la igualdad de  acceso al sistema escolar, ni al incremento  de la matrícula, ni a la integración de  niños y jóvenes con necesidades educativas especiales. Una escuela inclusiva debe proporcionar una educación de calidad focalizada en las capacidades para aprender de cada estudiante, a fin de ofrecerle  el apoyo diferenciado que requiera y le permita maximizar sus posibilidades de logros. Significa el reconocimiento de la diversidad, de las diferencias individuales, y la obligación de   atenderlas en la escuela eliminando barreras de discriminación por razones económicas, de sexo, etnia, cultura, idioma, ubicación geográfica, religión,  características personales  y cualquier otra.   La educación inclusiva es considerada un “derecho positivo” que obliga a las autoridades a proporcionar las condiciones necesarias para hacerlo efectivo en cada escuela y para cada niño o joven. Como bien acierta la Ministra, inclusión y calidad han devenido en conceptos interrelacionados, no puede haber inclusión sin calidad, por eso un gobierno que descuide la calidad en las escuelas oficiales, donde suelen acudir  los sectores de menores ingresos, promueve la desigualdad, la migración hacia el sector privado   y la educación de élites. En los últimos diez años la tasa de crecimiento de   la matrícula de la educación privada ha sido superior  a la del sector oficial.  El logro de la inclusión amerita proveer las mejores escuelas a la población   en situación  de mayor vulnerabilidad, de esta manera el sistema escolar podrá contribuir a disminuir desigualdades sociales.

Los factores que favorecen la educación inclusiva y la calidad son harto conocidos, han sido ampliamente divulgados e investigados. Se cuenta con el conocimiento ya organizado, con ejemplos de programas, con procedimientos probados y hasta con índices para hacer el seguimiento de políticas, programas y acciones. No hay excusas para postergar esfuerzos por  la mejora de la calidad en los niveles obligatorios del sistema.  Cuanto antes se empiece más estudiantes saldrán favorecidos, empezar desde el inicio de la escolaridad es esencial porque las dificultades tempranas no atendidas a tiempo se convierten en barreras posteriormente. Pierre Bourdieu decía que la indiferencia a las diferencias alimenta la desigualdad.

¿Qué hacen los Ministerios de Educación interesados  por la  calidad y  la inclusión?  ¿Cuáles son los factores esenciales sobre los que deben incidir?  ¿Qué se ha hecho en Venezuela al respecto? Para no alargar demasiado este escrito nos referiremos solamente a 4 de esos factores.

  1. En primer lugar se preocupan por contar con buenos docentes porque hay acuerdo total sobre la importancia del docente como elemento esencial para la  calidad. Los buenos docentes son los docentes bien preparados pedagógicamente, con vocación y gusto por su profesión,  por eso se requiere poner atención a los procesos de selección, promoción, formación y retribución de su trabajo. Lamentablemente en Venezuela no se realizan concursos para el ingreso a la carrera, no se remunera apropiadamente a los profesionales de la docencia, se discrimina a los egresados de las universidades con mayor trayectoria en la formación de educadores, se les imparten cursos de formación ideológica en vez de reforzar sus conocimientos pedagógicos. Se mantienen altos porcentajes de docentes en calidad de interinos y se les contrata a tiempo convencional, por lo que no tienen tiempo para las necesarias reuniones pedagógicas en las escuelas.

  1. Las escuelas requieren buenos directores, que promuevan la inclusión, la participación, que hagan de las escuelas verdaderas comunidades pedagógicas dedicadas a la formación y promoción de valores democráticos, de cooperación, de apoyo a los sujetos en situación de vulnerabilidad, de gusto por  el estudio y el conocimiento. Lamentablemente el Ministerio de Educación también eliminó los concursos para los cargos directivos, a pesar de que las investigaciones demuestran que quienes llegan por concurso se compenetran más con su trabajo. Casi un tercio de los directores son encargados y más del 16% labora a tiempo convencional, la remuneración para los cargos directivos apenas supera a la de los docentes de aula, hay pocos incentivos para asumir esa responsabilidad. El Ministerio no valora ni reconoce la centralidad de los directivos en el mejoramiento de la calidad de la educación, por ello les exige más el cumplimiento de tareas administrativas en detrimento de su función esencial como lo es la atención a los asuntos pedagógicos y de la calidad. La controvertida  resolución 58 prácticamente los despoja de su autoridad al interior de las instituciones escolares. A esto habría que agregar que tampoco se cuenta con supervisores preparados para asesorar a los directivos en la conducción de los procesos de inclusión y mejora de la calidad.    


  1. El apoyo de la familia  es indispensable para el éxito de todos los alumnos, de manera prioritaria en las  comunidades de menos recursos. Venezuela requiere de un esfuerzo especial en la incorporación de la familia en este sentido a fin de identificar y disminuir las barreras que obstaculizan la inclusión. Un buen ambiente familiar que valore el estudio y el progreso mediante el desarrollo de las capacidades, es el mejor aliado en el éxito escolar, la familia garantiza la regularidad y puntualidad en la asistencia a la escuela. Sin embargo, la ausencia de políticas acertadas de construcción de viviendas,  las disposiciones de la LOE y de la Resolución 58 parecen pensadas para disminuir el papel de la familia en la educación de los niños colocándola en un plano inferior al de  la comunidad local y de los organismos del Estado.

  1.  Hoy en día se reconoce mundialmente la necesidad del  seguimiento y evaluación de las políticas y programas de mejora escolar.  La investigación sistemática es la mejor acompañante de las acciones destinadas a promover el cambio en las escuelas. La recopilación sistemática de informaciones cualitativas y cuantitativas, el análisis minucioso de procedimientos y logros van señalando los aciertos y errores, van despejando las dificultades, e indicando los aspectos a modificar antes de que sea tarde. La investigación en educación no ha sido fomentada, en el año 2003 el Ministerio de Educación eliminó el Sistema Nacional de Evaluación de los Aprendizajes SINEA, y el país fue retirado del único sistema de evaluación al cual llegó a pertenecer  como lo es el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación LLECE, cuyas pruebas se aplicaron en dos ocasiones.  Ahora estamos excluidos o desaparecidos de casi todos los informes internacionales debido al atraso en la presentación de las estadísticas,   a la escasez de programas destinados a la promoción de la calidad y al rechazo de participar en cualquier sistema de evaluación.  En el año 2007 se fundó el Instituto de Investigaciones Pedagógicas en el Ministerio de Educación, cayendo inmediatamente en el olvido por lo que jamás llegó a funcionar, en una clara demostración del temor  de los  ministros a cualquier tipo de investigación que pueda demostrar los  efectos de su desempeño.   

 Estas políticas favorecen a los funcionarios porque impiden contar con evidencias sobre su gestión, restringen las posibilidades de hacer algún tipo de contraloría social, obstaculizan  que docentes, padres, representantes y alumnos reclamen su derecho a una educación de calidad.  En síntesis contribuyen con mantener a la población en la ignorancia y a obstaculizar el ejercicio de la ciudadanía.
 



   





lunes, 8 de julio de 2013

La educación y el país que queremos

Publicado en Tal Cual el lunes 8 de julio de 2013 

Por: Mariano Herrera

En Venezuela, uno de los problemas de fondo de la sociedad es el incumplimiento de leyes y reglamentos. La mayoría de los venezolanos comete infracciones de tránsito a diario, paga gestores para evitar trámites administrativos, soborna policías cuando comete infracciones, tolera pequeñas y grandes acciones de corrupción administrativa, acepta el uso del clientelismo político y el tráfico de influencias, trampas y hasta fraude en diversas elecciones de cuerpos o asociaciones, y hasta en las elecciones presidenciales. Ese comportamiento es común a todos los estratos sociales.

La falta de respeto a leyes y reglas sociales afecta la convivencia y genera muchas distorsiones y la problemática ha llegado al nivel de producir  excesiva violencia en la calle con víctimas mortales diarias y, una impunidad muy frustrante para la mayoría, víctima de la delincuencia y de la ausencia de aplicación de normas y leyes. De modo que existe una violencia física reflejada en agresiones, robos, asesinatos, secuestros, hurtos y demás, por un lado y, por otro lado una violencia simbólica, reflejada en los abusos e infracciones permanentes que generan desigualdad y privilegios injustos, por la aplicación arbitraria de reglas y normas no explícitas, pero que, estando en uso, se convierten en las que rigen en la práctica, a la sociedad. No obstante, son reglas que atentan contra la convivencia por su violencia física o simbólica.

Hay quienes piensan que eso no cambia hasta que la sociedad no cambie. Pero ¿quién puede hacerla cambiar? Yo pienso que la escuela. La escuela se debe parecer a la sociedad que queremos pero que todavía no tenemos. Por eso en ella se deben poner en práctica comportamientos de convivencia democrática que no existen en la sociedad. La educación escolar debe promover “0” tolerancia a la falta de respeto a normas, para que los alumnos egresen, en primer lugar, con una cultura que les impida aceptar esos comportamientos, y, también, dotados con herramientas para una conducta respetuosa de normas y congruente con la democracia y el pluralismo de ideas políticas, religiosas, etc.

Podría decirse que el comportamiento irrespetuoso de normas de convivencia es producto de la socialización, entendiendo por socialización la educación no intencional y cuya transmisión no responde a objetivos educativos explícitos sino a usos y costumbres no escritas, pero sí imitadas por la mayoría. La educación escolar es, en cambio, una transmisión de valores y conocimientos que se hace de manera intencional. La educación existe porque se parte del principio de que una sociedad podría cambiar sus propios usos y costumbres no deseables, gracias a la acción educativa escolar. Y también para alcanzar objetivos deseables como la conciencia ambiental, la tolerancia y la educación sexual para prevenir embarazos precoces y no deseados, por ejemplo. Pero hay que estar convencidos de que la escuela es para eso y que es posible. Y también hay que asegurarle a la escuela los medios para lograrlo. Porque si la socialización sigue imponiéndose, nada mejorará.