Por: Mariano Herrera
Se tiende a creer que mientras haya pobreza,
la educación poco puede hacer. Que hay que esperar que cambie la sociedad para
que cambie la escuela. Pero la sociedad cambia si la escuela mejora. Y la
escuela mejora con maestros conscientes y muy competentes. Está demostrado que
la pobreza disminuye en la medida en que aumenta el número de años de estudio
de toda la población. Es decir, cuando se disminuya y se elimine el fracaso
escolar y todos los niños que empiecen en preescolar culminen con éxito su
bachillerato 12 años después, en esa misma medida disminuirá la pobreza y más
venezolanos podrán vivir mejor. Y también está demostrado que ese éxito es
posible lograrlo en todas las escuelas. Pero para ello se necesitan muy buenos
maestros.
¿Qué
hacer para tener más y mejores docentes? Los docentes
requieren que la sociedad y el Estado los tomen mucho más en serio y los
valoren de verdad. Hay que pagarles mucho mejor y apoyarlos en su labor
cotidiana. En las aulas muchas veces se sienten solos frente a dificultades que
implican sus enormes responsabilidades. Con frecuencia carecen de la formación
especializada y del apoyo, requeridos para atender los problemas de enfrentar
grupos de alumnos, la mayoría de ellos inquietos y difíciles de motivar, y para
lograr que se interesen en los contenidos de los programas escolares.
Hay que mejorar la formación universitaria. Las universidades tienen que hacer un
esfuerzo para mejorar las herramientas especializadas que requiere la
profesión. La formación universitaria es necesaria y ha significado una mejora
sustantiva en la educación venezolana, pero aún adolece de fallas que deben
superarse con urgencia. La docencia es una profesión que requiere competencias
específicas. Existe un desarrollo interesante de pedagogías comprobadamente
eficaces, especialmente valiosas para los docentes que trabajan con alumnos
provenientes de medios socio-culturalmente desfavorecidos.
También importa que los docentes dominen los
contenidos de los programas oficiales y la cultura general. La formación
universitaria debe aportar al docente un sólido dominio de los programas del
grado, del nivel o de la asignatura que deberá enseñar y un amplio panorama
sobre historia, geografía, arte y sólido dominio lingüístico y de las
matemáticas.
Hacer atractiva la profesión de educador. Mejorar
la formación universitaria de los docentes no basta. Es indispensable hacer de
la carrera de educador una profesión atractiva y prestigiosa. Para hacer atractiva la profesión, el Estado
tiene que mejorar considerablemente las condiciones de trabajo. Ello significa,
obviamente, mejorar considerablemente el ingreso, pero no sólo eso. Las
escuelas deben ser instituciones agradables en todo lo que tiene que ver con su
clima institucional y en su ambientación física. La prioridad de nuestra
sociedad y el mandato que ésta le hace al Estado tiene que ser apoyar a los
docentes y hacer todo para que la carrera educadora se convierta en la más
atractiva de todas.