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lunes, 24 de septiembre de 2012

La educación no está prohibida

La educación no está prohibida

Por: Mariano Herrera

(Este artículo es la continuación del anterior referido al mismo documental.)

Los realizadores del documental “La Educación prohibida” reproducen una crítica a la escuela hecha por la sociología marxista de los años 60 del siglo pasado. Plantean que la escuela sólo imita al modelo industrial “taylorista” que transforma al individuo en el apéndice de una máquina, y cuyo objetivo es reproducir la estructura clasista de la sociedad capitalista y la ideología dominante en la mentalidad de los alumnos. Cuando llega la fase de las propuestas reivindicadas por el documental, se plantea que la solución es dejar a los niños en total libertad y que los adultos, tanto padres como docentes, nos debemos apartar y dejar que ellos, los niños y jóvenes decidan todo.

Los propulsores de esa educación alternativa y libertaria no creen que se deba enseñar disciplinas ni disciplina. Es decir, no hay que organizar materias como biología ni historia, ni tampoco obligar a los alumnos a respetar reglas. Destacan ejemplos como las escuelas que siguen el modelo Montessori, entre otras.

Pero resulta que la historia reciente de la educación muestra que los sistemas educativos en casi todo el mundo han mostrado que pueden ser la institución más potente para la movilidad social y para la igualdad de oportunidades. Sociedades enteras en las que la clase obrera era mayoritaria hoy muestran una clase media mucho más numerosa, potente y transformadora con valores de libertad, responsabilidad y justicia. De modo que la crítica con la que inicia el documental es, no solamente injusta, sino falsa. La escuela sí sirve para producir justicia social y también para inculcar valores progresistas y transformadores. Para ello los sistemas educativos y las escuelas tienen que ser eficaces. Es decir cumplir con los fines de la educación y muy especialmente con garantizar la igualdad de oportunidades y el respeto a las diferencias entre los talentos individuales de los alumnos. Esto último es un asunto más pedagógico que educativo. Estos son los retos de la escuela latinoamericana.

El documental promueve lo que podríamos llamar “modelos pedagógicos libertarios”. Aparentan ser modelos centrados en los intereses y la felicidad de los alumnos. Sin duda, algunos como los aplicados por las escuelas Montessori y similares, son innovaciones interesantes que, efectivamente le asignan un gran protagonismo a los alumnos. Pero también hay que considerar sus dificultades y limitaciones. Requieren docentes muy bien formados y con mucha claridad y experiencia, especialmente con los adolescentes. Generalmente no se pueden usar con grupos mayores de 15 alumnos por aula o menos. Y, en América latina, sólo existen y tienen éxito relativo, en contextos sociales de clase media o media alta. El enfoque pedagógico casi que necesita de padres o familias intelectuales que compartan 100% la filosofía con el colegio. Todo esto no los invalida. Es una opción válida, pero eso, opcional. No comparto que deba ser el modelo prevaleciente para todo el sistema educativo de un país. De hecho, no existe un solo país que lo haya adoptado como modelo nacional. Quizás lo ideal sería que su filosofía y sus métodos pedagógicos formaran parte del curriculum de formación docentes de las universidades. Pero como una alternativa más en el menú de métodos que debe dominar todo docente profesional para seleccionar el que mejor beneficie a sus alumnos y el que mejor corresponda a sus talentos y aptitudes propias. Si se impone la pedagogía libertaria, es posible que se incremente aún más el laissez-faire que impera hoy en muchas aulas de nuestro sistema educativo.
Investigaciones serias en todo el mundo han demostrado que lo más eficaz, incluso en contextos socio-económicos muy desfavorecidos, son las llamadas “pedagogías estructuradas”. Clases bien planificadas, en las que se tenga claro qué se desea que los alumnos aprendan, qué actividades van a realizar los alumnos, cuál va a ser el rol del docente, qué materiales o actividades didácticas se requieren, cómo se va a verificar que efectivamente todos los alumnos hayan alcanzado el objetivo planteado, cómo se va a reforzar el aprendizaje para su asimilación definitiva. Este enfoque puede ser muy participativo y con un gran protagonismo de los alumnos. Pero no excluye ni la explicación del maestro cuando sea necesaria, ni la corrección de errores u omisiones, ni el control del grupo con el ejercicio de la autoridad.

La pedagogía es la disciplina central de los educadores profesionales. Ellos deben ser capaces de seleccionar métodos que combinen actividades guiadas con actividades en los que los alumnos demuestran iniciativa, esfuerzo y productividad en sus aprendizajes. El modelo actual está sin duda excesivamente centrado en clases frontales y ello se debe a deficiencias en la formación de los docentes. Por ello, buena parte de la solución es contar con buenos profesores. De esto ya hemos hablado en muchas ocasiones.

Tener claro los fines de la educación y contar con maestros y profesores altamente especializados, con un gran abanico de pedagogías diversas, que se adapten a los contenidos y a los alumnos, son quizás la mejor alternativa para que la escuela se convierta en un lugar a la vez agradable y exigente, en los que los alumnos estén siempre frente a aprendizajes nuevos y adquiriendo competencias sociales para la convivencia y la justicia social.

lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Para qué es la escuela?

Publicado en el diario Tal Cual, el lunes 17 de septiembre de 2012

Por: Mariano Herrera

En mi artículo del lunes 3 de septiembre opiné sobre un documental llamado “La educación prohibida”. Cerré llamando a un debate que podría empezar con el título de esta entrega. ¿Para qué es la escuela?
En mi opinión, la escuela está para cumplir, en la práctica cotidiana, con los grandes fines de los sistemas educativos. Entre esos grandes fines destacan: garantizar la igualdad de oportunidades, transmitir el patrimonio cultural del país y de la humanidad, asegurar la emancipación de cada individuo y aportarle a la sociedad personas formadas para la producción económica y social.
Para garantizar la igualdad de oportunidades, la escuela, cada escuela, tiene que neutralizar el efecto de las desigualdades familiares y sociales de origen. Los maestros y profesores tienen que lograr que todos los alumnos aprendan lo básico con niveles muy satisfactorios. Me refiero a las materias indispensables para todos los aprendizajes como los son lenguaje y matemática, pero también ciencias y artes. Lograr esto significa dedicarse más y apoyar a los socialmente desfavorecidos. Esto, obviamente no está sucediendo. El nivel educativo de la mayoría es bajo y los pocos que dominan las competencias con niveles aceptables pertenecen a estratos sociales en los que el apoyo familiar es el que mejor explica su éxito relativo. Si lo que hace la diferencia entre quien logra éxito en sus estudios y el que no es el apoyo familiar, la escuela no está cumpliendo sino a medias con su misión social que es garantizar la igualdad de oportunidades o, lo que es lo mismo, producir justicia social.
En segundo lugar, la escuela tiene una responsabilidad ineludible como lo es la de transmitir los saberes, los conocimientos y el patrimonio cultural, artístico y científico de la humanidad. Esta parece una función conservadora pero puede ser lo contrario, muy transformadora. Por ejemplo, cuando las sociedades analfabetas dejan de serlo gracias a la escuela y esto a su vez permite a todos los ciudadanos acceder a los conocimientos que permiten el progreso social y humano, estamos en presencia de una profunda transformación.
También es función primordial de la escuela asegurar que todos sus alumnos se emancipen como personas, siendo sus talentos valorados por la sociedad y por la economía del país. Esto requiere atención a las diferencias y a la diversidad y que dichos talentos sean efectivamente detectados en todas las dimensiones: artística, musical, científica, literaria, técnica, deportista, etc.
Otra dimensión importante es que la sociedad también progrese gracias a los aportes productivos de sus ciudadanos educados. Estos deben ser capaces de producir bienes y servicios de manera, pero también se transformar la sociedad en una más justa y equitativa.
A pesar de sus 2 horas y media de duración el documental “La educación prohibida” elude estos temas. Obviamente es indispensable mejorar la escuela que tenemos y hacer que se parezca cada vez más a la escuela que queremos. Seguiremos con el tema.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Desigualdad y segregación educativa

Publicado en Últimas Noticias el domingo 16 de septiembre de 2012

Por: Mariano Herrera

La educación en nuestro país adolece de un problema que es quizás el más importante, aunque no el único. Es el de la desigualdad. Nuestra educación es muy desigual. En cobertura y en calidad. Si bien en primaria la cobertura es relativamente satisfactoria, alrededor del 93% de cobertura, en inicial y en secundaria, aún quedan por fuera cerca del 30% de la población en edad escolar. De modo que hay pues una desigualdad en la propia cobertura del sistema educativo obligatorio. Por otro lado, se puede estimar que la deserción escolar en educación media ronda el 40% de los que se inscriben en 1er año cada año. La deserción es un asunto de calidad puesto que es producida por la incapacidad del sistema de retener a los alumnos más desfavorecidos. Y aquí se presenta otra desigualdad educativa y es que del total de desertores prácticamente la totalidad pertenece a los estratos D y E de nuestra población estudiantil. La deserción en la educación privada en Venezuela es prácticamente inexistente. De modo que en Educación Media existe una doble desigualdad. La primera en el déficit de cobertura. Hay pocos liceos y la escasez afecta a los más pobres que deben trasladarse desde su lugar de residencia a liceos mucho más alejados que la escuela donde cursaron primaria. Y la segunda es que, en ese nivel la deserción es 7 veces superior a la de primaria.

Existe otro problema de desigualdad que no es ni de cobertura ni de calidad: La segregación escolar. En nuestro país, en las escuelas oficiales se inscriben casi exclusivamente alumnos de los estratos sociales D y E. Según estimaciones para el estado Miranda, los alumnos provenientes de estos estratos representan 90% de la matrícula. Por el contrario, los alumnos de los colegios privados provienen en un 89% de los sectores A, B y C. En síntesis, la escuela venezolana no es un lugar de encuentro para los diversos estratos sociales. Los alumnos más desfavorecidos socio-económicamente se encuentran siempre entre similares y lo mismo sucede con los estratos más favorecidos. Tenemos pues un sistema de segregación educativa.
La educación debe contribuir con la integración social y la escuela es quizás el único lugar por el que pasa toda la población venezolana durante muchos años. Es, idealmente, el lugar más adecuado para el encuentro, para la integración. Para que se conozcan todos y puedan, sin importar las diferencias económicas y sociales, compartir el tiempo y las oportunidades, hacer amistades, tomar conciencia de las diferencias y las semejanzas. Los niños son antes que nada niños y, especialmente en primaria, las diferencias sociales no se viven como trauma ni como drama. La convivencia se hace muy fácil y permite una conciencia acerca del valor del otro, evitando a la vez los prejuicios familiares.

Para evitar la segregación hay que lograr que toda la población en edad escolar disponga de un plantel cerca de su residencia y que desaparezcan las desigualdades de calidad entre ellos. Cuando sea lo mismo inscribir a los muchachos en cualquier escuela o liceo porque todos son iguales de buenos, habremos derrotado la desigualdad y la segregación educativa.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¿La Educación prohibida?

¿La educación prohibida?,
Artículo publicado en el diario Tal Cual el lunes 3 de septiembre de 2012.

Por: Mariano Herrera

Recientemente tuve la oportunidad de ver por internet una película cuyo título es: “La Educación Prohibida”. Según sus propios realizadores, “es una película documental que se propone cuestionar las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación...” El proyecto fue realizado por jóvenes que, según su página web: “…partieron desde la visión del quienes aprenden y se embarcaron en una investigación que cubre 8 países realizando entrevistas a más de 90 educadores de propuestas educativas alternativas. … fue financiada colectivamente gracias a cientos de coproductores y tiene licencias libres que permiten y alientan su copia y reproducción”.
El documental es bastante largo, dura 2 horas y 25 minutos. Empieza con una crítica a la escuela actual que parece ser una mezcla de las críticas marxistas de mediados del siglo XX, que planteaban que la escuela sólo sirve para reproducir las estructuras sociales injustas, para inculcar la ideología dominante y conductas sumisas al sistema en los alumnos. Continúa con críticas muy viejas centradas en la falta de libertad del alumno en las aulas y en las escuelas. La segunda parte de la película plantea alternativas mediante entrevistas a personas con ideas acerca de escuelas y aulas alternativas.
Nadie duda de que la escuela latinoamericana actual esté muy mal. Y todos estamos de acuerdo en que hay que lograr que las cosas cambien y mejoren en escuelas y liceos. Pero en el documental de marras, la idea central es que tanto niños como adolescentes decidan qué aprender y cómo hacerlo. Son los alumnos los dueños de su destino y por lo tanto deben tener derecho a decidir si quieren estudiar un tema u otro. También se plantea que no es necesario que haya ni notas ni evaluaciones de ningún tipo porque eso es considerar a los alumnos como un simple número y no como un ser humano. Todo eso en nombre de la libertad y de la felicidad infantil y juvenil. Los niños aprenden pues casi que solos, y los docentes deben acompañarlos sin molestarlos. La palabra enseñanza está prohibida en la película.
Por supuesto que estoy de acuerdo y pienso que las escuelas sí deben ser lugares muy atractivos y hacer que niños y jóvenes se sientan muy agradados en ellas. Yo diría que debería ser el sitio donde más les gusta estar. Pero los adultos somos responsables de la vida y de la educación de los niños y adolescente. La educación es un mandato social y cultural. En ninguna sociedad los niños deciden lo que deben aprender. Los adultos tienen la responsabilidad de transmitir el patrimonio cultural y de proteger a los menores de edad, de los males de la sociedad y de sus propios comportamientos instintivos, que como todos sabemos, pueden ser muy agresivos. Hannah Arendt decía provocadoramente “La educación es para proteger a los niños de la sociedad y para proteger a la sociedad de los niños”.
El documental es una crítica fuerte a la escuela. Las críticas son indispensables para el progreso. Pero me pareció que los realizadores de la película hicieron poco por elaborarlas de manera más actualizada y sus propuestas dejan mucho que desear en cuanto a factibilidad. Por lo demás, hay conceptos que deben diferenciarse. Educación y pedagogía, educación y socialización entre otros. El tema se presta al debate que puede arrancar con la pregunta ¿Para qué es la escuela? Seguiremos en próximas entregas.