Páginas

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Para qué sirve superar la pobreza?

Por: Mariano Herrera

En el taller de alto nivel llamado “Campaña para erradicar la pobreza”  del 25 de febrero de 2.014, el Ministro Héctor Rodríguez se refirió, con argumentos técnicos, al problema de la medición de la pobreza y argumentó que era necesario seleccionar grupos prioritarios hacia los cuales dirigir los beneficios de los programas sociales, es decir, lo que en los 90 del siglo XX se llamaba (fea palabra) focalización.
En pocas palabras afirmó que no hay para todos los que necesitan, porque los que necesitan no son todos iguales y hay algunos en situaciones más precarias que otros. Uno podría estar de acuerdo con eso. Dos cosas tiene que aclarar el ministro. La primera es el símil de guerra cuando dijo que si uno disparaba tenía que estar seguro de dar en el blanco porque si no, no sirve de nada disparar y se pierden las balas. Está claro la evaluación del impacto de los programas sociales.. Pero en la circunstancia que se vive en Venezuela de violencia con armas de fuego y víctimas de disparos, sonó muy mal. Los ministros deben cuidarse y no pueden cometer esos tremendos errores. La segunda es la frase acerca de que no van a sacar a la gente de la pobreza para que sean clase media y tengan mentalidad de escuálidos. Ahí sí se le salió un pensamiento que debe tener muy arraigado. Y es aquello de que la solidaridad y los valores de justicia social son exclusivos de los pobres, que la clase media es de oposición porque tiene sus valores pervertidos por no se sabe muy bien qué cosa.
En todo caso, “escuálido” significa opositor, y ahí está lo más delicado de la frase. No queremos que salgas de la pobreza si vas a ser opositor. Lo dijo. No lo puede decir. No debió decirlo porque ninguna explicación lo justifica. Decir eso es decir que el gobierno no respeta la libertad de pensamiento, que es uno de los derechos humanos más importantes, una de las libertades individuales centrales. También significa que el gobierno no ayuda a los pobres porque lo son, sino porque no son opositores,  y que si llegaran a serlo, el gobierno no los ayudaría.
No es suficiente decir que sacaron la frase de contexto, como afirmó al día siguiente,(26/02/2014) después de que llovieron las críticas. Acotó que “…esta campaña no pretende generar un sector social con valores aspiracionales que no compartimos” e instó a no ser "individualistas”. Asimismo, dijo que debe destacar la solidaridad “para construir una sociedad justa e igualitaria”. (Cita de sus declaraciones que hizo Globovisión aquí.).
Esto significa algo aún peor: Que hay condiciones para sacar a los pobres de la pobreza: Que se sometan a la doctrina del gobierno y que no tengan valores “aspiracionales” (¿?). Cuando se supera la pobreza se pueden adquirir cada vez más bienes que mejoran la calidad de vida. Se pasa de la bicicleta a la moto, de la moto al carro, del carro al pasaje aéreo. Se puede usar una lavadora en casa en vez de la batea manual tan esclavizadora de las mujeres, en fin, superar la pobreza es liberarse de penurias y tener más libertades de movimiento, más ocio que libera tiempo para la lectura,  la cultura y acceso a otros bienes tangibles e intangibles. Eso es lo que logra la clase media. ¿Son esos los valores aspiracionales (sic) que el ministro no comparte?  
El ministro se tiene que retractar en público porque si no lo hace, el diálogo pregonado por el gobierno no tiene sentido. Para que haya diálogo el gobierno y este ministro tiene que dar señales de respeto a la oposición y a la libertad de pensamiento. La situación actual del país es demasiado delicada como para pasar por alto esto. Es realmente lamentable. Es inaceptable. Si no se retracta, es muy sospechoso el llamado a “diálogo nacional con todos los sectores”. Todos debemos exigir que se retracte.



lunes, 17 de febrero de 2014

La calle y 12F


Por: Mariano Herrera

Ayer 12 de febrero fuimos a la marcha convocada por los estudiantes. Llegamos temprano y todo fue alegría en Plaza Venezuela, con familiares, amigos, conocidos y desconocidos. El ambiente era de mucha alegría y, en mi caso, de alivio, al ver que la convocatoria había sido atendida masivamente y costaba moverse y caminar hacia cualquier lado.
Cuando empezaron a hablar en la, relativamente pequeña tarima, hubo algo de tranquilidad y de satisfacción. Los estudiantes hablaron con firmeza y al mismo tiempo serenidad, animando a quienes ahí estábamos. Y eso fue bueno porque, sin duda, la inmensa mayoría venía de pasar semanas de desánimo y de participar en conversaciones con ambiente casi de depresión colectiva, en muchísimos casos acerca de cómo hacer para irse del país o enviar al menos a los hijos afuera. Porque el país se veía negro, o como esos días nublados con poca visibilidad, húmedos y con las nubes aplastando al mundo.
El ambiente y la marcha fueron pues una inyección de ánimo y de sensaciones que parecían compartidas, al menos por las caras y las expresiones de los que nos rodeaban. Por eso, cuando poco más de 2 horas después de haber regresado a casa, oigo que hay muertos y que la violencia se había instalado al final de la marcha, estaba seguro de que eran falsos rumores. No era posible para mi entendimiento, asociar aquellas sensaciones y el recuerdo del ambiente de la marcha, con violencia y menos con muertes. Pero lamentablemente sí era cierto.
La calle pues como expresión de la protesta y el descontento terminó inscribiéndose en el guión del gobierno. Ahora vendrán las falsas acusaciones contra los organizadores y los líderes emblemáticos y toda la confusión acerca de los que iniciaron y los responsables de que la calle haya generado violencia. Cuando este artículo se publique ya habrán pasado muchas cosas: políticos arrestados, escaramuzas de protesta reprimidas y quién sabe qué más. ¿Le sirve esto al gobierno? Sí, para quitar el foco sobre la escasez, la inflación y la inseguridad y acusar a la oposición política de lo de siempre: fascista, golpista, lacayos del imperio.

Hay que defender el derecho a la protesta aún cuando sea una protesta solo de la clase media. Hay miles de razones para protestar. Pero también hay que saber varias cosas: la calle no es una agenda virgen. La calle puede ser dominada más fácilmente por el gobierno que por los que protestamos. Y eso fue lo que pasó ayer. La ausencia sospechosa de policías confundió a muchos. Pero al final una magnífica marcha alegre y pacífica terminó manchada y, seguramente, será el inicio de una serie de acciones represivas y de imposiciones autoritarias. Porque esa es la conducta de un gobierno anti-democrático y que desprecia las libertades individuales y en especial la libertad de conciencia y la libertad de expresión. Ahora bien, ¿qué hacer? Quizás empezar por superar ese “nosotros” y “ellos”. Es necesario aislar el “ellos” y que sólo se refiera al gobierno y que en el “nosotros” quepan también todos los chavistas víctimas del gobierno que todavía no protestan. Ese es un trabajo de calle, pero en otras calles.

jueves, 6 de febrero de 2014

Problemas y soluciones de la educación en Venezuela

Esta es una presentación acerca de problemas y soluciones de la educación en Venezuela presentada en noviembre de 2012. La estoy actualizando para un trabajo que publocaré este mes de febrero de 2014.




































Es

lunes, 3 de febrero de 2014

Competencias del siglo XXI

Publicado en el diario Tal Cual el lunes 3 de febrero de 2014

Por: Mariano Herrera

¿Qué significa el término competencia? Suele confundirse con competición que es el sustantivo del verbo competir y que tiene que ver con juegos en los que individuos o equipos son rivales y compiten por un trofeo, una victoria, una liga, o un campeonato. Generalmente hay ganadores y perdedores. Es un concepto deportivo que también se aplica al mundo empresarial y profesional en el que compañías compiten por el mercado o ejecutivos compiten por un cargo o un sueldo.
También se entiende por competencias las atribuciones legales de algún ente: por ejemplo, las competencias que se les transfieren a los estados. Es decir responsabilidades institucionales que “competen” a determinado ente. Viene del verbo competer que significa: Incumbir, a alguien o a algo, una responsabilidad.  
En el mundo de la educación se entiende por competencia todo comportamiento resultado de habilidades cognitivas,  que apela a referencias éticas y a destrezas físicas y/o intelectuales, así como a la información necesaria para llevar a cabo, de manera eficaz, cualquier actividad cultural, técnica o profesional. Con mayor simpleza podríamos decir que dominar una competencia es saber aplicar, en situaciones concretas, conocimientos, habilidades y destrezas, generalmente aprendidas cumulativamente en el proceso de aprendizaje escolar y a través de la experiencia laboral.
Definir las competencias del siglo XXI pues no es bobería. En eso andan los países serios, los de la OCDE y muchos de Latinoamérica porque “eso” señala hacia donde debe apuntar la educación. Si no están claras las competencias, en todas las áreas, no se sabe para qué sirve estudiar en el sistema educativo formal. Y, aunque usted no lo crea, el actual documento llamado “Lineamientos del diseño Curricular” que el ministerio tiene publicado en su página web, hay todo tipo de frases retóricas y referencias partidistas, con abundante culto a la personalidad, pero ni una sola referencia a las competencias que deberán dominar los egresados del sistema educativo.

Y se entiende por qué. Los actuales responsables del ministerio de Educación confunden competencia con competición y por nada del mundo incluirán esa palabra que define al más grande de los pecados del capitalismo. Aunque sí les gusta la competencia deportiva y hacen alarde de logros, por lo demás dudosos, en su política deportiva, en la que todo es una competición. Pero además tampoco parecen estar muy enterados del debate productivo y enriquecedor que en este momento se está dando en el mundo acerca de los cambios que hacen falta  en la educación para que los egresados puedan insertarse como ciudadanos activos, críticos y protagonistas en lo social, económico, tecnológico y ético para emanciparse como personas y servirle a su país en el siglo XXI. Mientras tanto, el mundo avanzará y nosotros en Venezuela seguiremos volteando hacia las competencias del siglo XIX y más atrás. ¿Cambiará con el nuevo ministro?