Publicado en el diario Tal Cual el lunes 9 de junio de 2.014
Por: Mariano
Herrera
Hay algunas
señales de que el gobierno está, tímidamente, considerando el tema de la calidad
de la educación y sus indicadores. ¿Por qué no lo había hecho antes? Porque
ambos temas son tabú en el dogma político-educativo de los personajes más influyentes en la política
educativa del régimen. Recientemente participé en un foro justamente sobre
calidad de la educación en una institución muy oficialista. Mi charla presentó resultados de pruebas que
muestran el bajo nivel de los alumnos en comprensión de la lectura y
matemáticas. En el panel, se expresaron críticas típicamente oficialistas a las
pruebas, en particular a las pruebas PISA, que fueron parte de mi exposición:“PISA no. Porque es capitalista y hace
falta una prueba nacional, casi que nacionalista”, o de manera general “¿Exámenes? ¡Nooo!, nunca, no hacen falta y
le hacen mucho daño a los alumnos”.
Tomemos el
ejemplo de la salud. No existe buen médico que no se base en exámenes para diagnosticar y tratar un problema de salud. A cierta
edad, los exámenes no se deben a algún síntoma o malestar, sino a rutina
preventiva. En el caso de que se presenten determinados síntomas, los exámenes
abundarán además en observaciones muy precisas del órgano que pareciera estar
afectado. Ahora bien, los exámenes no son la causa del deterioro ni del buen
estado de la salud. Pero, estemos claros, la mejora de la salud, la prevención
de enfermedades depende de la frecuencia, calidad y precisión de los exámenes.
Gracias a ellos, los médicos pueden identificar exactamente el problema,
explorar hasta dar con las causas más probables y diseñar un tratamiento para
la mejora y hasta la cura definitiva. Y esos exámenes no son nacionales. Son
universales porque son resultado de los avances científicos y tecnológicos de
la humanidad. Y, sin duda, quienes objetan los exámenes en educación, cuando
van al médico, sí “se dejan” hacer exámenes.
De la misma
manera, para mejorar la calidad de la educación hay que disponer de información
confiable. Y esa información tiene que provenir de exámenes o pruebas. Pruebas
que permitan disponer de un perfil nacional de los resultados del sistema
educativo y, a la vez, compararnos con otros países. Porque en medicina, el popular
“perfil 20”, por ejemplo, no es nacional ni nacionalista. Pruebas como PISA de
la OCDE y LLECE de UNESCO no sólo registran resultados relacionados con dominio
de competencias, sino que también recogen información sobre factores asociados,
es decir, sobre lo que puede estar afectando esos resultados. Porque, al igual
que en medicina, los exámenes son para mejorar y para prevenir, tratando de
alcanzar el mejor estado general
Si la Consulta
Nacional por la Calidad de la Educación no presenta una alternativa lógica y
confiable de evaluación de los aprendizajes, es lo mismo que si, para diseñar políticas
para mejorar la salud, el gobierno se opusiera
a los exámenes médicos porque son de origen capitalista.
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