Publicado en el diario Tal Cual el lunes 31 de marzo de 2014
Por: Mariano Herrera
Estamos así porque este gobierno nunca ha creído en la
democracia. En 1.998, Miquilena convenció a Chávez de participar en las
elecciones como un medio para conseguir el fin deseado que, en aquel momento,
era alcanzar el poder. La táctica fue buena y su resultado impecable. Chávez
ganó holgadamente las elecciones de ese año. Pero en realidad, siempre tuvo en
la cabeza tener el poder y aprovecharse de la democracia como medio, pero no
como modelo político. En su modelo político no existe oposición. Porque la
oposición es, por definición, la burguesía nacional, lacayos del imperio
gringo, enemigo de la clase obrera y de los pobres. Cuando un gobierno popular, socialista,
revolucionario y bolivariano, está en el poder, no puede haber oposición. Hay
que sacarla del juego, no forzosamente eliminándola físicamente, sino
impidiéndole su existencia institucional.
Esa concepción de modelo político hace innecesarios los
controles democráticos, es decir, la independencia de los poderes y la
descentralización. También existe otra concepción anti democrática que sí se
“coleó” en la Constitución: El artículo 2 dice que “Venezuela es un Estado de Derecho
y de Justicia” (negritas mías). ¿Por
qué se pone esa coletilla? ¿Cuál es la justicia que no está en el Derecho, es
decir en la Constitución y las leyes? Pues bien es la justicia “superior” que
pertenece a los revolucionarios a través de esa “superioridad moral” que se
atribuyen a sí mismos. Esa es una creencia que domina a quienes hoy ejercen el
poder en Venezuela y a todos los comunistas. No es legal, pero es justo poner
presos a los alcaldes de San Cristóbal y San Diego porque la justicia
revolucionaria así lo reclama. Es anti-constitucional que las más altas
autoridades de la jerarquía militar afirmen que la Fuerza Armada venezolana es
chavista, porque, a pesar de que la Constitución lo prohíbe muy expresamente, la
justicia superior al Derecho así lo impone.
Otra creencia es que toda economía privada es dañina para la
sociedad. Por eso las expropiaciones y la hoy cacareada pero absurda tesis de
la “guerra económica”, que lo que es, es una guerra del gobierno contra la
economía del país. Este socialismo termina destruyendo pues la democracia y la
economía. No le hace mella por cierto al capitalismo.
Pero como la economía no perdona, el régimen ha hecho más
que concesiones. Por un lado, devaluaron de 6,30 a alrededor de 11, con la
mayoría de los rubros a importar, y a 52 con el resto que dicen es cerca de 10%
del total de lo que se transa. Por otro, aumentaron en promedio 150% alimentos
y artículos de primera necesidad, para los cuales hay que hacer colas interminables
a diario. Son medidas (¡horror!) neoliberales y brutales. Por eso, las medidas
de judicialización de la política. Para
tapar de alguna manera el paquete del plan de la patria y para crispar más la
polarización. De paso, hieren de muerte el diálogo indispensable. Pero creo que
el gobierno está en un callejón sin salida. Así como cedieron en lo económico,
tendrán que hacer concesiones en lo político. Porque si no lo hacen es como si
el que tiene la tranca en dominó, no jugara. Tiene que jugar. Veremos qué pasa.
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