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lunes, 12 de noviembre de 2012

El techo de la calidad


Publicado en el Diario Tal Cual el lunes 12 de noviembre de 2012

Por: Mariano Herrera

En nuestro país, la calidad de la educación deja mucho que desear. Los resultados de diversas evaluaciones, tanto locales como regionales y los resultados de las pruebas de ingreso a las universidades, muestran severos déficits en conocimientos y competencias básicas de los bachilleres. Esto nos dice pues que egresados del sistema educativo no han aprovechado bien su itinerario escolar en primaria y secundaria, es decir, que la calidad de la educación en esos niveles no es nada satisfactoria.
Si bien los factores que influyen en la calidad de los aprendizajes son múltiples, el techo de esa calidad es siempre la capacidad y el desempeño profesional de los docentes. El desempeño de los docentes viene a su vez  determinado por su formación. Los docentes se forman primero que nada en las universidades que ofrecen la carrera de educación. Luego terminan de aprender al iniciarse en el oficio. De modo que esos dos momentos en la formación de los docentes son fundamentales. Es obvio que algo anda mal allí también.
Trabajos nacionales e internacionales coinciden en que la formación universitaria de los docentes es poco especializada y no “profesionaliza”. Los egresados carecen de conceptos específicos de las ciencias pedagógicas y también carecen de conocimientos acerca de herramientas de trabajo, como métodos de enseñanza diversos y adaptados a realidades y contextos variados. Tampoco están familiarizados con los programas de estudios de sus futuros alumnos, es decir de primaria o secundaria. Y, por último, pero muy importante (“last but not least”) no  logran que los egresados dominen los contenidos de las asignaturas que deben enseñar, especialmente en primaria. De modo que, si queremos que mejore el desempeño de los docentes, es imprescindible mejorar tremendamente lo que están haciendo las universidades en sus carreras de formación de educadores.
Pero también tenemos la formación que sucede al iniciarse en el oficio. En muchos casos esto sucede simultáneamente con,  o incluso antes que, la formación universitaria. Los docentes trabajan en escuelas que no forman adecuadamente y la experiencia adquirida no suele ser buena porque las escuelas son institucionalmente débiles y los colegas tienen todos las mismas carencias en su formación.
Una política educativa seria que quisiera darle prioridad a la calidad de la educación y lograr que los estudiantes de todos los niveles educativos egresen con buen rendimiento y capacidades para continuar con éxito estudios universitarios o insertarse en el mercado laboral, debe  diseñar políticas específicas  para promover la mejora de la formación de los educadores en las universidades y, al mismo tiempo garantizar tutores bien capacitados y mejor orientados para apoyar a los docentes en su oficio cotidiano en las aulas.
Sin buenos maestros no hay buenas escuelas ni buenos alumnos. Hay que subir el techo de la calidad.

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