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lunes, 10 de mayo de 2010

¿Hacían falta las misiones?

Las misiones de educación.
¿Hacían falta las misiones? Sí. Las misiones atendieron a una población excluida del sistema educativo. Especialmente la Misión Robinson y la Ribas.
La Robinson se creó para alfabetizar. Y el censo de 2001 contabilizó, 1.064.000 analfabetas (6,3% de la población para ese entonces. Se sabe que la mayoría de ellos estaban en las edades de más de 40 años, y en los sectores más pobres de los estados más pobres del país. Y que en su mayoría eran mujeres. La misión Robinson hubiera podido centrar los recursos y la energía de los voluntarios en esas personas. Pero se masificó y lograron inscribir durante 3 años a más de 1.500.000 personas por año. O sea se inscribieron quienes eran y quienes no eran analfabetas y su formación duró más de un año.
La Misión Ribas se diseñó para ofrecer alternativas de estudios de bachillerato a quienes hubieran abandonado esos estudios. Dado que la deserción a partir de 7° grado (hoy 1° de Educación Media) era y sigue siendo muy elevada, la población en esa situación estaba a la deriva y sin atención oficial. Por eso era necesaria la misión. Existía un programa en el INCE llamado “Programa de Aprendizaje” pero este gobierno lo abandonó desde 2001. Allí se ofrecía una capacitación técnica coordinada con empresas en las que los participantes hacían sus pasantías y, eventualmente, quedaban empleados.
Esa capacitación técnica se complementaba con materias de bachillerato, llevando a los alumnos a obtener ese título, mediante convenio con el Ministerio de Educación. Yo creo que esa era la salida. Fortalecer al INCE para incorporar a los que terminaron inscribiéndose en la misión Ribas.
En todo caso, la Ribas se presentaba como alternativa de salvación a muchos desertores de diversas edades. Al ofrecer cubrir todo el programa y todas las materias de bachillerato en 2 años, también fue atractivo para quienes, teniendo 14 años, estaban cursando 1er año. Esperando cumplir los 15, podían inscribirse en la Ribas y sacar el título de bachiller en la mitad del tiempo. Pero las cifras muestran que los graduados de los 3 últimos años no llegan ni al 10% de los inscritos. Es decir, en la misión Ribas la deserción es 10 veces mayor que en secundaria formal. ¿Por qué? Creo que esencialmente por 3 razones. 1) Las becas no llegan a tiempo y su monto es muy bajo. 2) Porque un solo profesor da generalmente las 7 materias durante los dos años y eso es agotador para él y sus alumnos y 3) porque la calidad es excesivamente baja y los participantes se dan cuenta y no continúan asistiendo, sino cuando se requiere para cobrar la beca.
De modo que las misiones atienden problemas reales que estaban desatendidos. Pero lo hacen con condiciones de menor calidad que el sistema formal. En Venezuela existen organizaciones e instituciones oficiales con gran experiencia y capacidad para atender esos mismos problemas con mejor desempeño y mejores resultados. Se decidió por una metodología cubana. ACUDE, Fe y Alegría, el Ministerio de Educación y muchas otras ONGs de Educación de Adultos, presentaron propuestas y disponían de métodos y formas de organización eficaces para alfabetizar. Y, en el caso de la misión Ribas, el INCE y el Ministerio de Educación garantizarían mayor calidad y mejor organización si se les hubieran asignado los recursos y las responsabilidades de las misiones. La diversidad de instancias responsables (PDVSA, y muchos ministerios) como rectores de las misiones causó desorganización y confusión.
Lo ideal es que las misiones no sean necesarias. Su existencia delata el mal funcionamiento del sistema educativo formal ya que, si hay necesidad de un plan de alfabetización de menores de 40 años, y aún de menores de 30, es porque en primaria se “producen” analfabetas. Y si existe la Ribas es porque la deserción de secundaria es muy elevada lo cual es expresión de un fracaso del sistema educativo en ese nivel. Ningún país debería estar orgulloso de las misiones por muy populares que estas sean. Es como jactarse de un fracaso con un parche. Los participantes sin embargo, valoran su existencia y agradecen al gobierno por haberlas puesto en marcha. Porque atienden un problema grave que existe todavía.
La prioridad debe ser evitar el fracaso del sistema educativo, es decir, reforzar la escuela y los liceos públicos. En otras palabras, apoyarlos más con inversión y mayor apoyo técnico pedagógico. Las prioridades del gobierno se delatan al observar el costo por alumno en cada uno de los sistemas: las misiones y el sistema formal. Allí, es obvio qué se privilegia: El costo per cápita de los alumnos de las misiones es al menos 5 veces mayor que el de un alumno de educación primaria.
Muchos piensan que esa prioridad no tiene motivaciones educativas sino electorales.

3 comentarios:

  1. Bueno, nada, lo único que queda por decir es: la cagada del pato macho.

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  2. Emilio, tienes razón....
    POR CIERTO QUE HAY UN ERROR GRAMATICAL DEL EDUCADOR: NO SE DICE "¿HACÍAN FALTA LAS MISIONES?" SINO "¿HACÍA FALTA LAS MISIONES?" Eso se le debe haber pasado al bueno de Mariano.

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