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sábado, 24 de agosto de 2013

El infierno de la moral

Publicado en Tal Cual el lunes 19 de agosto de 2013
Por: Mariano Herrera
El martes pasado, los diputados del PSUV dieron una muestra de la altura del debate del que son capaces. El “debate de altura” que tanto pregonaban era eso: una retahíla de bajezas, que terminan acochinando la política. Si lo expresado rebaja al máximo la reputación de Pedro Carreño, no es menos cierto que también termina dando grima esa forma de hacer política. Porque ¿qué es lo que se busca con ese lenguaje insultante y degradante? ¿Insultar y acabar con el contrincante? ¿Lograr que el electorado sienta repugnancia por los insultados y acusados en vano?
Los portavoces del PSUV han hablado pestes de un asesor político venezolano llamado J.J. Rendón, acusándolo de enlodar las campañas electorales. Según esos portavoces Rendón lo que hace es hablar mal del contrincante, es decir, basar la campaña en las debilidades del adversario, sacando provecho de sus supuestos defectos personales. Podemos coincidir en que preferimos campañas positivas a campañas negativas. Pero entonces, ¿qué decir de las bajezas de Carreño el martes?
Son sin duda jugadas sucias, de personas inmorales, sin escrúpulos, capaces de todo para mantener el poder y los privilegios, engañando a muchos, incluyendo a ellos mismos (auto-engaño), no sólo con las mentiras y manipulaciones que hay en sus denuncias, sino haciendo valer que lo hacen por un fin superior, que requiere todas esas marramuncias para alcanzarlo. Ese fin superior (la revolución, el socialismo, etc.) justifica todos esos medios y les otorga ese privilegio que es la supuesta “superioridad moral”. ¿Adónde lleva esa sensación de poseer cierta superioridad moral? A todas las bajezas, trampas y perversiones.
Quizás sea posible caer más bajo. Pero sin duda ya hemos llegado a un sub-sótano del infierno de la moral, difícil de empeorar. La homofobia, el robo de fotos personales, las acusaciones sin pruebas, el uso público de documentos de particulares y las denuncias vacías, todo eso y mucho más es muestra de que, no es que no diferencien entre hacer el bien y hacer el mal, sino que están dispuestos a hacer el mal, con toda consciencia.
¿Qué explica que se haya llegado tan bajo? No lo sé. Pero me atrevo a lanzar algunas hipótesis: Por una parte la mediocridad, es decir la escasez de criterio y la falta de esfuerzo, por sentirse sobrado con el poder como para no intentar mejorar. Lo cual nos lleva al interés. No me hace falta mejorar porque lo que me interesa ya lo tengo: el poder desmedido y sin control. Pero también me atrevo a pronosticar que la sociedad les va a cobrar bien caro todos estos desmanes morales. Van a perder las elecciones, van a perder el poder y no les va a quedar sino el vacío y la sensación de podredumbre que sienten los inmorales cuando pierden los privilegios.

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